La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único legitimado para hacer leyes, El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son terratenientes, y aumentan sus posesiones gracias a las donaciones. Son auténticos señores feudales con idéntico papel económico y político que la nobleza. La ausencia de una regla que regule la vida en los monasterios favorece la corrupción y la degeneración de la espiritualidad. El clero también tenía su propia legislación, por la que regirse, y estaba exento de pagar impuestos, además de ser perceptor del diezmo. Sin embargo, la Iglesia, como institución, pagaba tributos al rey.
El estado llano En un principio es fundamentalmente campesino y pobre. Existen hombres libres y esclavos, vinculados a la tierra y que se pueden vender con ella. Eran los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban sometidos al derecho común.
El estado llano En un principio es fundamentalmente campesino y pobre. Existen hombres libres y esclavos, vinculados a la tierra y que se pueden vender con ella. Eran los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban sometidos al derecho común.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que, aún existiendo anteriormente, habían quedado reducidas a escasos espacios territoriales. Este proceso fue extraordinariamente lento, pero se intensificó a partir del siglo XII con la mejora de las comunicaciones y los intercambios.
Entre los avances cabe destacar el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz para el trigo y el aceite, que por una parte se extiende desde el norte de Europa hacia la zona central, y por otra con las aportaciones de los musulmanes en España desde el sur hasta Francia y de las acequias para riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de obra que podía dedicarse a otras tareas más productivas. Además, mejoran los métodos de enganche de los animales, especialmente el caballo y el buey, introduciendo la collera rígida y el yugo sobre los cuernos. La cría del ganado de tiro aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales en abundancia. También se cría el caballo de combate que cambiará las prácticas de la guerra en detrimento de la infantería tradicional. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son sustituidos por otros de hierro. Esto es especialmente útil en el centro y norte de Europa, entre el Loira y el Rhin, donde la tierra turbosa y muy húmeda era de difícil trabajo. Ahora el arado penetra más, airea la tierra con mayorFacilidad y permite la obtención de cosechas en espacios antes baldíos.
ORGANIZACIÓN
Entre los avances cabe destacar el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz para el trigo y el aceite, que por una parte se extiende desde el norte de Europa hacia la zona central, y por otra con las aportaciones de los musulmanes en España desde el sur hasta Francia y de las acequias para riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de obra que podía dedicarse a otras tareas más productivas. Además, mejoran los métodos de enganche de los animales, especialmente el caballo y el buey, introduciendo la collera rígida y el yugo sobre los cuernos. La cría del ganado de tiro aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales en abundancia. También se cría el caballo de combate que cambiará las prácticas de la guerra en detrimento de la infantería tradicional. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son sustituidos por otros de hierro. Esto es especialmente útil en el centro y norte de Europa, entre el Loira y el Rhin, donde la tierra turbosa y muy húmeda era de difícil trabajo. Ahora el arado penetra más, airea la tierra con mayorFacilidad y permite la obtención de cosechas en espacios antes baldíos.
ORGANIZACIÓN
En cada feudo había un castillo, que era la residencia del señor, varias aldeas, en las que vivían los campesinos que dependían del señor, y tierras de cultivo, pastos y bosques.
Las tierras se dividían en la reserva y los mansos.
La reserva era la parte de la tierra explotada por el propio señor; los cultivos que se obtenían en ella pertenecían en su totalidad al señor.
Los mansos eran porciones de tierra que el señor concedía a los campesinos para su sustento; a cambio de estas tierras, los campesinos tenían que pagar al señor unas rentas, que podían ser dinero, productos (una parte de la cosecha, tejidos, animales…), y, sobre todo, servicios personales, como trabajar determinado tiempo las tierras del señor gratuitamente.
El feudalismo estaba dominado por el monarca, y el papado en seguida se ubicaban los nobles, y la jerarquía y los campesinos constituían la base.
El feudalismo se caracterizo por el tipo de relación social que se conoce como vasallaje, que se dio básicamente entre el noble y el monarca. Obligaciones del vasallo La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada 'custodia del castillo'. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.
Herencia y tutela Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado socorro. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias.
En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Las tierras se dividían en la reserva y los mansos.
La reserva era la parte de la tierra explotada por el propio señor; los cultivos que se obtenían en ella pertenecían en su totalidad al señor.
Los mansos eran porciones de tierra que el señor concedía a los campesinos para su sustento; a cambio de estas tierras, los campesinos tenían que pagar al señor unas rentas, que podían ser dinero, productos (una parte de la cosecha, tejidos, animales…), y, sobre todo, servicios personales, como trabajar determinado tiempo las tierras del señor gratuitamente.
El feudalismo estaba dominado por el monarca, y el papado en seguida se ubicaban los nobles, y la jerarquía y los campesinos constituían la base.
El feudalismo se caracterizo por el tipo de relación social que se conoce como vasallaje, que se dio básicamente entre el noble y el monarca. Obligaciones del vasallo La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada 'custodia del castillo'. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.
Herencia y tutela Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado socorro. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias.
En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Recibían este nombre los habitantes de las villas dedicados a la agricultura. Se distinguían dos clases: los siervos y los campesinos libres. Los siervos no eran dueños de sus tierras. Formaban parte de la tierra, por lo cual se les llamaba siervos de la gleba. No podían abandonar la tierra sin consentimiento del señor, lo mismo para contraer matrimonio. Se les podía vender junto con la tierra. Tenían, además, que pagar por la tierra que cultivaban y servir gratis al señor. Los campesinos libres podían cambiar de lugar, contraer matrimonio, transmitir sus bienes. Sin embargo, estaban obligados al servicio militar y a pagarle al señor impuestos en dinero o en especie por el uso de la tierra. La vida de los villanos era muy dura.
CONCLUSIONES
El rey era el encargado de crear las leyes y vivía en un castillo que era su residencia, varias aldeas, en las que vivían los campesinos que dependían del rey, y tierras de cultivo, pastos y bosques. Las tierras se dividían en la reserva y los mansos.
Los mansos eran porciones de tierra que el señor concedía a los campesinos para su sustento.
La nobleza formaba la cima de la sociedad feudal. El clero también tenía su propia legislación. La ausencia de una regla que regulara la vida en los monasterios favorecía la corrupción y la degeneración de la espiritualidad. Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas. Se destaca el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza para el trigo y el aceite. También mejoran los métodos de enganche de los animales del caballo y el buey. La cría del ganado de tiro aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales en abundancia. También se cría el caballo de combate que cambiará las prácticas de la guerra
Los villanos recibían este nombre los habitantes de las villas dedicados a la agricultura. Se distinguían dos clases: los siervos y los campesinos libres. Los siervos no eran dueños de sus tierras.
Los mansos eran porciones de tierra que el señor concedía a los campesinos para su sustento.
La nobleza formaba la cima de la sociedad feudal. El clero también tenía su propia legislación. La ausencia de una regla que regulara la vida en los monasterios favorecía la corrupción y la degeneración de la espiritualidad. Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas. Se destaca el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza para el trigo y el aceite. También mejoran los métodos de enganche de los animales del caballo y el buey. La cría del ganado de tiro aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales en abundancia. También se cría el caballo de combate que cambiará las prácticas de la guerra
Los villanos recibían este nombre los habitantes de las villas dedicados a la agricultura. Se distinguían dos clases: los siervos y los campesinos libres. Los siervos no eran dueños de sus tierras.
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